Conocer los riesgos medioambientales del transporte

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El transporte es una parte fundamental del proceso industrial, pero a menudo no se conocen bien los riesgos medioambientales que conlleva. En consecuencia, hay algunos transportistas que operan sin estar asegurados o tienen un seguro insuficiente, lo que les expone, al igual que al medio ambiente, a daños importantes si algo sale mal.

Tanto el transporte por carretera como el ferroviario conllevan riesgos importantes, aunque con algunas diferencias. Los riesgos del transporte ferroviario suelen ser más graves que los del transporte por carretera, debido a que se transportan mayores cantidades de productos peligrosos. Sin embargo, los riesgos son diferentes, ya que el transporte ferroviario suele requerir atravesar zonas menos pobladas en las que están expuestas un menor número de terceros, pero que pueden ser más sensibles desde el punto de vista medioambiental, con el consiguiente riesgo de que se produzcan siniestros más graves.

Dado que la normativa de muchos países es cada vez más exigente y el coste del incumplimiento es más elevado, los siniestros son cada vez más complejos y difíciles de resolver. Cualquier empresa de transporte que sea responsable de un incidente medioambiental puede sufrir el impacto en sus finanzas y en su reputación.

Cerrar la brecha de conocimientos

En general, se conocen bien las causas de los daños medioambientales que se producen durante el transporte. La más común es un accidente o choque de un vehículo, pero también son frecuentes las fugas si falla una válvula o una manguera de una cisterna. Además, las operaciones de carga y descarga son un momento crucial en el que pueden producirse derrames.

Pero los riesgos medioambientales de los distintos productos son menos conocidos. Quienes se dedican al transporte de mercancías peligrosas, como productos químicos e hidrocarburos, probablemente estén muy concienciados sobre las consecuencias de que se produzca un derrame o una fuga durante el transporte.

Sin embargo, hay otra serie de productos, que generalmente se consideran más inofensivos, que pueden tener importantes efectos contaminantes, especialmente si entran en contacto con el agua. Entre ellos están la leche, el zumo de naranja o incluso los cereales. En particular, el aceite vegetal puede causar importantes daños medioambientales que pueden ser muy difíciles y costosos de resolver. Normalmente, los vertidos que resultan más caros de limpiar son los de combustibles y aceites, sobre todo cuando la contaminación llega a los ríos y es necesario sanear el suelo y las aguas subterráneas, así como recuperar la fauna y la pesca y replantar la vegetación y los árboles.

En algunos países, es obligatorio contratar una póliza de responsabilidad por daños medioambientales antes de poder transportar mercancías peligrosas.

Gestión eficaz de los riesgos

La gestión de riesgos está sujeta a una serie de variables diferentes dentro de una instalación o zona de almacenamiento en comparación con las que intervienen en el transporte. Una vez que los productos entran en tránsito, el entorno de riesgo se vuelve mucho más impredecible y las acciones de las partes externas pueden conducir, por ejemplo, a un incidente que puede causar un choque.

Las empresas de transporte pueden adoptar algunas medidas básicas para ayudar a mitigar los riesgos. Entre otras cosas, se puede comprobar que los transportistas con los que se trabaja son capaces de controlar los límites de velocidad de los camiones que se utilizan. Los conductores deben recibir una formación adecuada sobre cómo manejar la carga que transportan, ser conscientes de los riesgos medioambientales que presenta y saber qué hacer en caso de que algo vaya mal.

Es necesario contar con un plan de respuesta a emergencias que comience con el conductor y se amplíe rápidamente a todas las demás partes interesadas, incluidos los servicios de emergencia, las autoridades locales, los organismos reguladores, el personal directivo de la empresa y sus equipos jurídicos y de gestión de riesgos. Si la mercancía va a cruzar fronteras internacionales o estatales en su trayecto hacia su destino final, es importante conocer la legislación vigente que regula las responsabilidades medioambientales en cada jurisdicción y reflejarla en el plan de respuesta. Por ejemplo, en algunos países es obligatorio contratar una póliza de responsabilidad por daños medioambientales antes de poder transportar mercancías peligrosas.

La cobertura adecuada

De hecho, contar con una póliza de seguro que incluya la responsabilidad medioambiental y conocer el alcance de la cobertura es fundamental en caso de que ocurra lo peor. Algunas empresas de transporte solo contratan pólizas para cubrir la carga, pero no los daños medioambientales. Otros pueden pensar que su póliza de transporte les cubrirá los daños medioambientales, pero no es necesariamente así. Es fundamental verificar que disponen de un seguro que cubra los daños materiales, los daños personales, las reclamaciones a terceros y los costes de limpieza y restauración en caso de que se produzca un vertido que implique un riesgo de daño medioambiental.

En caso de que se produzca un incidente, existe un riesgo muy real de que los responsables de las empresas tengan que hacer frente a una gran factura por los costes de limpieza y reparación, así como a posibles multas por parte de la autoridad reguladora. Aunque las sanciones administrativas no estén cubiertas por la póliza de seguro, tenerla puede ser útil a la hora de abordar el tema con la autoridad reguladora que, en algunos países, puede estar dispuesta a renunciar a una multa o a reducirla a cambio de que la limpieza sea rápida y eficaz. Por ejemplo, en México, una póliza de responsabilidad por daños medioambientales se considera una garantía financiera, que mitiga las sanciones económicas que puedan producirse.

Por último, la legislación medioambiental cambia constantemente. Es importante que las empresas de transporte estén informadas de cualquier novedad para su propia seguridad y la del medioambiente.